IN MEMORIAM DE
FRANCISCO JAVIER VERDEJO LUCAS
Estudiante universitario de 19 años. Militante de la Joven Guardia Roja de España y de la Asociación Democrática de la Juventud.
Asesinado en Almería en agosto de 1976
Javier Verdejo murió abatido por balas de la Guardia Civil en Almería, en la madrugada del 13 al 14 de agosto de 1976, en las proximidades de la playa del Zapillo de San Miguel. Se trató de una de las salvajadas más sangrientas del tardo franquismo, en pleno 1976, con Suárez en el Gobierno y la “modélica” Transición en marcha. Una Transición que no tuvo nada de modélica si se repara en las decenas de víctimas que durante esta etapa se produjeron; todavía los guardianes de las “esencias patrias” tenían el gatillo fácil y gozaban de total impunidad. Javier tendría hoy 55 años si las balas de la Guardia Civil no hubieran acabado con su vida aquella noche. Era hijo de un ex alcalde franquista, Guillermo Verdejo Vivas, que ejerció su mandato entre 1965-1969 y fue procurador en Cortes en dos ocasiones. Como se recordará, la familia no denunció los hechos ni hizo declaraciones públicas, tratando de evitar las movilizaciones populares de solidaridad, cosa que después iba a dificultar que se realizara una profunda investigación y se diera a conocer lo sucedido aquella terrible madrugada.
Javier fue sorprendido por la Guardia Civil cuando realizaba una pintada con la consigna "PAN, TRABAJO Y LIBERTAD". Una consigna que no pudo acabar, pues cuando escribió la T de trabajo tuvo que huir despavorido al grito de: “alto, la guardia civil”. Amalia Tesoro, militante entonces de la JGRE , testimonia que en el momento de realizar la pintada Javier iba acompañado de otros camaradas, entre ellos, Mateo Seiquer y Joaquín Bretones, todos ellos camaradas de militancia en la JGRE y amigos personales. Los que vigilaban dieron la voz de alarma a Javier al comprobar que una pareja de guardias civiles se encaminaba en aquella dirección y comenzaron a huir. Lo más doloroso para los que le acompañaban fue que no supieron hasta el día siguiente del trágico final de su amigo, el asesinato de Javier. Habían huido todos en direcciones diferentes, pero Javier tuvo la desgracia de escoger la equivocada, tratando de buscar refugio en una vieja caseta de la playa. Hasta allí fue perseguido y se topó con el guardia civil que le disparó. El informe de la JGRE indica que el disparo se había efectuado a una distancia de seis o siete metros, además la bala había entrado a la altura del cuello, por lo que es difícil creer el informe oficial del gobierno.
Para cubrir la responsabilidad del guardia civil autor de los disparos, oficialmente se aseguraba que había tropezado y se le había disparado el arma, un Z-62. Pero debe recordarse que “tropezones” como aquel eran demasiado habituales para ser creíbles y casualmente siempre acababan de la misma forma: con la muerte del perseguido.
Nota Aparecida en Cambio 16 . La pintada inacabada y la caseta donde pudo refugiarse Javier
Cuando a primeras horas de la mañana se conoce la noticia, la JGRE y el PTE ya habían puesto en pie a toda su militancia y comenzaban los contactos con el resto de fuerzas políticas de la izquierda que actuaron de forma unánime en solidaridad con Javier Verdejo. El entierro se convirtió en un acto de solidaridad antifascista para con Javier, de lucha por la conquista de la democracia. Almería era un clamor popular, las calles que van de la Iglesia de San Pedro al Cementerio se llenaron de miles de personas que habían decidido decir basta a tanta atrocidad. La tensión se palpaba en las calles y durante los funerales se mantuvo acuartelada a La Guardia Civil. Las consignas en solidaridad con Javier en Almería se extendieron rápidamente por las calles de todo el país, en barrios y universidades en los días siguientes.
Al acabar el funeral, a pesar del cordón de seguridad que pretendía impedir las muestras de solidaridad, se produjo un hecho insólito: la JGRE arrebató el féretro del coche fúnebre y a esta iniciativa se unió un buen grupo de manifestantes para llevarlo a hombros. Como explica Joaquín Navarro Estevan en 25 Años sin Constitución, “(…)”Llegado el momento, varios camaradas de Javier arrebataron el féretro a la familia y con él a hombros salieron, seguidos por una gran multitud, Paseo de Almería arriba, hacia el cementerio”.
En su día se habló de secuestro del féretro, pero en realidad se trató de un emotivo homenaje que la ciudad de Almería rendía al joven asesinado. Una iniciativa de la JGRE a la que se unieron rápidamente muchos de los presentes.
Miles de personas participaron en la despedida de Javier Verdejo. Fotos aparecidas en el Ideal de Almería
J.J MULLOR
Entierro de Javier Verdejo.
Decenas de personas de todas las fuerzas políticas se relevan en los más de tres kilómetros que separan la Iglesia del Cementerio para llevar a hombros a Javier. J.J. MULLOR
La JGRE, a través de la Asociación Democrática de la Juventud (ADJ), impulsó la formación de una Comisión de Investigación de la que formaron parte, entre otros, su Presidente, Raúl Murcia y los abogados Rafael Córdoba Angulo,”Pirri”, dirigente del PTE de Almería y Ernesto Ruiz Cantón que regentaban un bufete laboralista. Una de las primeras cosas que hicieron fue presentar una querella criminal por la muerte de Javier. La JGRE era consciente de que desde el gobierno nada se haría para abrir una investigación seria y exigir responsabilidades, como lamentablemente acabaría ocurriendo.
El Partido del Trabajo de España y la JGRE nunca creyeron la versión oficial del “tropezón” del guardia civil, ninguna fuerza política de la oposición podía creer aquella versión que era una ofensa para la inteligencia de cualquiera. Además, había detalles más que sospechosos, como era la trayectoria de la bala que le entró por el cuello, lo que evidenciaría buena puntería más que “tropiezos”, y que en la caseta se encontraran restos de lo que parecía ser sangre. Un detalle comprobado por la Comisión de la ADJ en su día que fue nuevamente facilitado por Antonio Zoido, antiguo dirigente del PTE de Andalucía, para el periódico Público el 16 de agosto del 2008: “Días después, cuando visitamos la caseta de playa, es como si hubieran abierto la puerta y realizado muchos disparos, porque la pared estaba llena de sangre”. Los abogados Rafael Córdoba Angulo y Ernesto Ruiz Cantón, desde su bufete, realizaron una importante labor haciendo de enlace entre las fuerzas políticas y la prensa, así como en las tareas de tipo jurídico que debían haber llevado al esclarecimiento de la verdad. Pero aunque el levantamiento del cadáver se hizo en presencia de un juez, no pudieron tener acceso a la autopsia, tampoco hubo denuncia por parte de la familia, lo que dificultó las labores de aquella Comisión de Investigación de la ADJ. A través del bufete de abogados antes citado, y mediante notario, mandaron muestras de los restos de sangre encontrados en la caseta de la playa a un laboratorio de Madrid, tratando de comprobar si se trataba de la sangre de Javier Verdejo: nunca obtuvieron el más mínimo resultado. A pesar de la insistencia y buen trabajo de aquellos abogados, el asunto se cerró. Los indicios que la Comisión de la ADJ puso sobre la mesa no fueron tenidos en cuenta. Como tantas veces se ha dicho, el Gobierno Suárez no movió un dedo para llevar a los responsables ante un juez.
Trataron, eso sí, de cubrir el expediente abriendo una investigación a través de un Juzgado Militar que no hizo público resultado alguno. Ningún responsable del orden público fue detenido, tampoco el autor de los disparos, del que no se supo, ni se sabe, ni tan solo su nombre: nadie fue llevado ante el juez. El Sr. Gobernador Civil, Roberto García Calvo, siguió dirigiendo con mano de hierro el orden público en la provincia de Almería y el Juzgado Militar que había abierto la investigación oficial dio por concluidas las diligencias muy rápido. Todo quedó envuelto el más absoluto y sospechoso de los silencios: asunto cerrado y a otra cosa.
No era la primera vez que se mostraban las males artes de la represión bajo el mandato de García Calvo; en el mes de julio se había dedicado con esmero a detener trabajadores, disolver asambleas y hasta apalear mujeres en la huelga de pescadores del barrio de la Chanca.
Obviamente, Roberto García Calvo no solamente no fue depurado sino que se le mantuvo en el control de la situación y se centró en la represión de las fuerzas políticas de la izquierda ; así pudo dedicarse a difundir amenazas veladas a determinadas fuerzas políticas para impedir las movilizaciones. En el ya citado libro de Veinticinco años sin Constitución, Joaquín Navarro Estevan, militante entonces del PSP manifiesta que García Calvo realizó reuniones con del PSOE y también con el PSP y amenazó con que se desataría una gran represión si se realizaban manifestaciones; aunque no pudo impedirlas y el entierro de Javier, como se ha dicho, se convirtió en acto de solidaridad antifascista y de lucha por la libertad.
De las amenazas de García Calvo dan testimonio también las hermanas Amalia y Martirio Tesoro, hijas del dirigente del PSOE en Almería, José Tesoro. Amalia era militante de la JGRE y ambas manifiestan al periódico Público como su padre había recibido varios “avisos” del Sr. García Calvo. Según Amalia, García Calvo había planteado a su padre lo siguiente: “ A nadie le gusta lo que ha ocurrido, pero ya está hecho. El presidente Suárez está en la provincia y se va a imponer la calma. Lo mejor es que los líderes controlen a los militantes jóvenes. Así que de tonterías las justas”. Lo que ya estaba hecho no era cualquier cosa, se trataba nada más y nada menos que de la muerte por disparos de la Guardia Civil de un ser humano. Nada más y nada menos que un muerto por una pintada. Martirio que participaba en el movimiento feminista, manifestaba para el mismo periódico: “El gobernador llamó a mi padre para advertirle del riesgo que supondría acusar a un guardia civil sin pruebas, ya que en las octavillas se hablaba de asesinato”.
No podemos entender qué clase de pruebas necesitaba el Sr. Gobernador para llamar a las cosas por su nombre. Javier Verdejo estaba muerto, había sido tiroteado por un guardia civil que le causó la muerte de forma instantánea. ¿Como había que llamar a ese “suceso”? La realidad era que había sido víctima política de la intolerancia, de la persecución política, por los que todavía, en 1976, apoyaban la dictadura y seguían matando demócratas en manifestaciones y huelgas. Sobraban entonces y siguen sobrando hoy los eufemismos: Javier había sido asesinado.
Manifestación en la Universidad de Granada.
La solidaridad de todo tipo se manifestó en los días siguientes de múltiples maneras. Se sucedieron manifestaciones, mítines y paralelamente muchas detenciones. Las protestas se extendieron por todo el país, no hubo provincia ni ciudad donde no se hicieran manifestaciones, encierros, lectura de manifiestos en cines y actos de todo tipo. Además, la prensa que había perdido el miedo, la que se manifestaba ya por el cambio político, difundió ampliamente la noticia: El País, Cambio 16, el Ideal de Almería y prensa local en diferentes ciudades. La manifestación de Almería del día siguiente al entierro acabó, como había amenazado García Calvo, con multitud de detenidos: del, PTE, JGRE, ADJ, del PSP, OIC, MCE, de la ORT del PCE y hasta del PSOE. Muchos de ellos fueron además sancionados con multas que llegaron hasta las 30.000 pesetas. Lo mismo ocurrió en Granada, ciudad donde estudiaba Javier, y en todo el resto del país.
Poema en Memoria de Javier Verdejo
Pocos meses después se produjo otra muestra de solidaridad con Javier Verdejo. En aquel momento se trató de una exposición de pintura de Jorge Castillo en Almería . Los carteles que la anunciaban eran en sí mismos un homenaje solidario. En el citado cartel aparecía la sombra o silueta en color negro de un guardia civil. El contenido de los cuadros fue también una muestra solidaria. “Un conjunto de acuarelas sobre el tema de la muerte, una de ellas tenía como lema Pan, Trabajo y Libertad.” También un poema que Rafael Alberti había enviado desde Roma. Obviamente, en los primeros días de noviembre, la exposición se encontró con el cierre por orden de la autoridad gubernativa. El diario el País informó ampliamente del cierre de la exposición en fecha 3 del 11 del 1976, de que los cuadros habían sido requisados y llevados al depósito del Gobierno Militar y el pintor llamado a declarar a comisaría. Nuevamente la poderosa mano del Sr. García Calvo estaba presente.
El gobernador civil no fue apartado de su cargo, nadie le pidió explicaciones sobre las circunstancias trágicas del asesinato de Javier Verdejo. Dimitió al cabo de un tiempo, pero para seguir escalando en puestos de responsabilidad en el campo de la judicatura. Su nombre siempre iba a estar unido a uno de los episodios más negros de la historia de Almería, por lo que allí poco le quedaba que hacer. Como los aires de cambio eran ya imparables trató de explorar nuevas vías, lo mismo que hicieron muchos de los más recalcitrantes de la época; los que “sin bajarse del coche oficial”, lo mismo que habían jurado fidelidad a los Principios Fundamentales del Movimiento, jurarían después fidelidad a la Constitución Democrática. Así tras variados destinos, “travestido” ya de demócrata de toda la vida, llegó de forma sorprendente -para escarnio de la democracia-, hasta el más alto tribunal de nuestras instituciones democráticas. En efecto, en 2001, aupado por el PP del Sr Aznar llegó hasta el mismísimo Tribunal Constitucional, del que formó parte hasta su muerte en mayo del 2008.
Si volvemos al libro de Joaquín Navarro, 25 años sin Constitución, podemos documentar que nadie, en los trámites parlamentarios previos a su entrada en el Tribunal Constitucional, preguntó por los duros episodios de Almería. Nadie de todos los diputados demócratas pregunto a García Calvo por la represión en la huelga de pescadores, y peor aun, nadie pidió explicaciones por lo que había ocurrido para que un guardia civil, bajo su mando, disparase contra el joven Javier Verdejo causándole la muerte por hacer una pintada.
El 30 de septiembre del 2007, el periódico Público refrescó la memoria de los olvidadizos con un interesante artículo relativo al personaje de García Calvo bajo el título de: La sombra del franquismo sigue en el Constitucional.
Recordar estos hechos produce dolor a todos los que militamos junto a Javier y debería producir vergüenza a los que pudieron, pero nada hicieron para, impedir que tal personaje llegase al Tribunal Constitucional.
En el primer aniversario de su asesinato, la JGRE organizó un festival de homenaje a Javier Verdejo en el que participaron miles de jóvenes. Se llevó acabo en Almería, en agosto de 1977. Había un compromiso de las fuerzas políticas de la juventud para defender ante las Cortes los derechos de los jóvenes. Iba a comenzar el debate del primer borrador de la Constitución y debía defenderse el hecho de que las organizaciones juveniles fueran reconocidas como tales, no como simples apéndices de los partidos políticos. El festival de homenaje a Javier se convirtió en portavoz de los derechos democráticos de los jóvenes, una reivindicación que con toda seguridad Javier hubiera defendido con entusiasmo.
Los homenajes a Javier realizados desde la izquierda militante se sucedieron en los años siguientes, hasta la disolución del PTE y de la JGRE en 1980. Pero tras la desaparición de la organización donde militaba Javier, los homenajes públicos cesaron. Aunque en los últimos años algunas organizaciones andalucistas han retomado en sus manos la realización de homenajes a Javier, cosa que esta Asociación de antiguos militantes del PTE y de la JGRE agradece infinitamente. También en la Web se puede encontrar abundante material, escritos, y opiniones sobre las circunstancias de su asesinato
Nada se hizo en cambio desde las instituciones, es un deber recordar que todas las víctimas de la represión franquista quedaron en el más absoluto de los olvidos. La forma en que se produjo la Transición propició ese ignominioso olvido que es una deuda pendiente de nuestra democracia para todas ellas.
Pero queremos destacar, porque ha sido el único reconocimiento público realizado desde las instituciones a Javier Verdejo, el llevado acabo durante el mandato del Alcalde socialista Fernando Martínez, Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Almería, durante el cual se le dedicó una calle de su Ciudad, este alcalde además añadía para el periódico Público el 16 del 8 del 2008 que “debería ser un mártir de la democracia”. En efecto, Javier es un mártir de la democracia, junto a decenas de victimas más a las que se debe Honor Memoria y Dignidad.
La Ley de la Memoria Histórica de 2007 abrió vías para el reconocimiento de las víctimas, pero llegó tarde y desde nuestro punto de vista se quedó muy corta. No es suficiente con una indemnización y el reconocimiento privado en un documente como víctima de la represión política. Ese reconocimiento debe realizarse de forma pública, con luz y taquígrafos. La mejor forma de reconocimiento es que formen parte y tengan un lugar en la historia oficial, que se les dediquen homenajes públicos desde las instituciones. Iniciativas como la llevada a cabo por Fernando Martínez en su etapa de Alcalde de Almería son un ejemplo a seguir. Porque las nuevas generaciones de ciudadanos tienen derecho a conocer en profundidad lo que realmente ocurrió en aquella negra etapa de nuestra historia reciente.
Además se hace necesario que los victimarios, los que dirigieron y realizaron la represión, pidan público perdón por el daño causado y sean llevados ante un juez. Esta exigencia no se hace por deseo de venganza, sino por dignidad y justicia para todas las víctimas. Todas ellas tienen derecho a ser recordadas con Justicia, Honor y Dignidad, todas ellas dejaron su vida en defensa de los derechos democráticos y la libertad que hoy tenemos.
Los que militamos junto a Javier Verdejo tenemos el derecho y, sobre todo, el deber de mantener viva su memoria. El deber de divulgar por qué un joven de 19 años fue asesinado por hacer una pintada.
No nos cansaremos de repetir la hermosa consigna que Javier Verdejo dejó inacabada cuando fue asesinado: PAN, TRABAJO Y LIBERTAD, camarada Javier. ¡No te olvidamos!