Entrevista
a los organizadores del 30PTE
Entrevista
a las personas que organizaron la fiesta del 14+2 de abril
de 2005
“Una fiesta entrañable y preñada
de buenos augurios”
José
Luis Ordóñez
La izquierda alternativa que representó el PTE
y la JGRE en el final de la dictadura franquista y en
los primeros años de la transición hacia
la reducida democracia actual, se reunió en un
día de fiesta, recuperando lazos, el 14+2 de abril,
de 2005. La fiesta “PTE30” congregó
a un millar de personas. Ese tipo de personas que saben
valorar las diferencias, el pluralismo y la acción
integrada en los movimientos sociales, cuando se tiene
un objetivo claro: superar la explotación de unas
personas por otras y crear el máximo equilibrio
entre los seres humanos y el resto de la naturaleza. La
fiesta de los 30 años del PTE fue organizada por
Lucía Bajos, Fernando de Dios, Vidal Parra, Gonzalo
Marín, Lourdes Lucía, Pepe Porrero y Alicia
García.
Organizadores
de la Fiesta30PTE
¿Cómo surgió la idea de la
fiesta?
Surgió
de una forma más bien sentimental, como elemento
clave para asumir la experiencia vivida durante los años
de existencia del PTE y la JGRE, por medio del encuentro
con las personas que habían constituido esas organizaciones.
“Hacia
30 años de eso”, señala Vidal Parra,
“cuando todas las gentes del PTE y la JGRE querían
cambiar el mundo. Un mundo injusto que no gustaba y que
era fruto de la ilegalidad, la represión y la fuerza
bruta de las armas”.
Se
decía en la convocatoria de la fiesta: “hoy
queremos enfrentarnos, confrontarnos, vacilarnos y volver
a mirarnos con una mirada, que sobre todo, nos haga reír.
Unas personas con otras. En un ejercicio de salud mental”.
Y
es que los resultados de las primeras elecciones democráticas
tras el fin de la dictadura, celebradas el 15 de junio
de 1977, habían puesto en evidencia lo que fue
la transición. Por un lado apartar y reducir todo
lo más posible la España democrática
que había contribuido a recuperar los derechos
sociales y las libertades políticas y, por otro
lado, implantar la denominada alternancia entre el gobierno
y leal oposición, que asumirían una derecha
representada por los postfranquistas y una izquierda de
carácter asumible por el “status quo”.
Los mismos resultados volvieron a repetirse en las elecciones
de 1979. Se dice que todo esto ocurrió así
porque la sociedad española esperaba con ilusión
su incorporación a las sociedades del bienestar
de la Europa democrática, al tiempo que deseaba
olvidar un pasado de sufrimientos y penurias generado
por la dictadura fascista que nació tras la derrota
republicana en la guerra civil.
“Una
conversación en la Asociación de Vecinos
de Vallecas”, expone Fernando de Dios, “más
otra en plena plaza de Santa Bárbara, en el corazón
de Madrid, dieron comienzo a la preparación de
la fiesta. Más vivencial que política”.
Luego vinieron la creación del sitio en internet,
la visita a diversos lugares para ver cual era adecuado
para la celebración, el número de teléfono
donde recoger las llamadas, los nervios de ver si se apuntaban
muchas o pocas personas al acontecimiento, etc, etc, etc.
La
reunión echaría de menos a muchas personas,
pero sobre todo a las que dejaron la piel y la vida en
el intento, y a las que, supervivientes, se fueron antes
de tiempo.
¿Por
qué tantos nervios?
“Es
necesario comprender que en Madrid”, dice Gonzalo
Marín, “no se había celebrado una
reunión de ese tipo, aunque conocíamos la
existencia de comidas o cenas en otros lugares de la geografía
estatal, en nuestro caso estábamos en mantillas.
Por tanto, teníamos dudas sobre nuestra capacidad
de convocatoria”.
Todas
las personas que preparaban la fiesta, habían vivido
momentos muy especiales, de aquellos que dejan huella.
El tipo de experiencias que estuvieron ligadas a cuando
la oposición a la dictadura franquista se ejercía
en reuniones clandestinas celebradas en las casas de gente
muy comprometida, con llamadas a la huelga general, que
más tenían de voluntarismo que de realidad,
y sus correspondientes repartos de “panfletos”,
realización de “pintadas” y “manifestaciones
relámpago”. Unos distribuidos a las puertas
de las grandes fábricas o de los grandes centros
de estudio. Otras hechas en las noches oscuras y con compañeras
y compañeros vigilando el entorno. Las últimas,
las manifestaciones relámpago o “saltos”,
efectuadas casi militarmente. Esas situaciones de actividad
clandestina se mezclaban con actos públicos, asambleas
abiertas, donde la acción para cambiar las circunstancias
vitales, laborales, estudiantiles, urbanas o políticas,
substituían el ámbito privado por la movilización
pública, ampliando infinitamente el espacio potencial
de influencia de las organizaciones políticas perseguidas
por aquel régimen totalitario. Entonces, las reivindicaciones
de derechos ciudadanos normales llevaban de forma natural
a la exigencia de libertades democráticas y a la
formación de asociaciones sociales ilegales paro
efectivas, y a la formación de sindicatos. Así
nacieron las comisiones obreras, en fábricas, barrios,
localidades y comarcas, la CSUT, la Unión Democrática
de Mujeres, UDM, el Sindicato Democrático de Estudiantes
de la Universidad de Madrid, SDEUM, el de Barcelona, SDEUB,
y otras organizaciones sociales equivalentes.
La
influencia de esos movimientos sociales en el cambio político
fue notable en varios momentos diferentes. Una primera
etapa de su incidencia en la sociedad puede situarse en
la década de los 1960, cuando la actividad colectiva
comenzó a hacer inviable la continuidad del régimen
dictatorial, redefiniendo espacios y abriendo nuevas posibilidades
a la acción política democrática.
Después, una segunda etapa estaría situada
entre la muerte de Franco y la realización del
referéndum para la reforma política, donde
las movilizaciones sociales destacaron de forma extraordinaria
en el proceso político general. A continuación
llegaría la transición, la etapa del consenso,
donde la movilización social dejó de tener
influencia determinante y pasó a ser más
consecuencia que causa.
“Toda esa experiencia, esos recuerdos, reflexiona
Lourdes Lucía, “pesaban en la preparación
de la fiesta, en nuestras expectativas. Dudábamos
sobre si seríamos capaces de alcanzar una reunión
de 100 ó 200 personas”.
“De
pronto, destaca Vidal Parra, todo comenzó a precipitarse,
de 300 registros de gente con interés en acudir
a la fiesta pasamos en un día a 350. Era tal la
llegada de dinero a la cuenta bancaria abierta expresamente
para la fiesta y para el CD-ROM que hemos preparado, que
los directivos del banco llamaron haciendo ofertas. Alguna
suspicacia también surgió (¿para
qué estaríamos convocando semejante reunión?),
pero no tuvo importancia”.
Al
final, cuando decidimos que el día elegido sería
el 14 de abril +2, el sábado de 2005 siguiente
al día de la República, ya sospechábamos
que nos reuniríamos más de 700 personas
en la fiesta. El 14 de abril +2 pareció una fecha
idónea. Por eso fue el día elegido para
la convocatoria en Madrid. “Una cita sentimental
para compartir muchas más cosas de las que se podían
imaginar, además de las expectativas vitales y
el convencimiento de que, como entonces, otro mundo es
posible”, apunta Lucía Bajos.
¿Y
cómo consideráis la fiesta en sí?
“Muy
agradable, considera Alicia García, “muy
emotiva. Un acto entrañable y preñado de
buenos augurios. Toda la gente acudió a la fiesta
en muy buen plan. Cargada de simpatía. Se nos facilitó
mucho el trabajo de organización. Nos colmaron
de palabras amables”.
“En
el entorno de la fiesta surgió la propuesta de
reivindicar la memoria histórica de la aportación
del PTE, la JGRE y las organizaciones afines a la democracia
existente, afirma Pepe Porrero, “ya que se detecta
en la ‘historia oficia’ una cierta ausencia
de referencias precisas. Es cierto que los resultados
electorales de 1979 llevaron a bastante gente, impulsora
de la conquista de las libertades políticas, jugándose
la vida en las décadas de 1960 y 1970, a situarse
en el ámbito del posibilismo, para, en colaboración
con los gobiernos elegidos democráticamente, de
ámbito municipal o general, poner en marcha la
ilusión colectiva de una sociedad más libre
y mejor dotada. La ilusión que había nacido
con la II República y que fue frustrada por la
dictadura militar franquista. Pero es notable también
que otra mucha gente mantiene el ideal de transformación
y la utopía que ahora se refleja en el lema “otro
mundo es posible”, y sigue contribuyendo a que la
movilización social propicie el nacimiento de la
sociedad sin clases y en equilibrio con el resto de la
naturaleza”.
En
la propia fiesta comenzó a tratarse sobre cómo
recoger la documentación del PTE y organizar la
forma de legarla a un archivo público para custodiarla
y conservarla en condiciones adecuadas, así como
contribuir al debate sobre la participación y aportación
histórica de la izquierda española en los
cambios sociopolíticos del siglo XX, y sobre el
papel de la izquierda en el nuevo siglo XXI, tanto en
España como en otros países.
También
se puso sobre la mesa contribuir al análisis de
la situación ecológica, económica,
política y social, actual, para buscar un mundo
justo, libre, igualitario, solidario y en paz, donde los
derechos humanos tengan plena efectividad y garantía.
Se comenzó a hablar de una asociación que
hiciera todo lo anterior, fomentando al mismo tiempo el
desarrollo de una ciudadanía informada y participativa
capaz de contribuir a un desarrollo económico,
político, social y cultural respetuoso con los
derechos humanos y con la naturaleza.